25/5/08

Mi vacío existencial

Recientemente he descubierto cual es mi problema. O no se si llamarlo problema, en el sentido de que un problema es algo que hay que resolver o superar, o bien rodear, para poder continuar. Y sin embargo, yo no siento que quiera resolverlo, ni rodearlo, sino que más bien lo reconozco, lo admito, y me acostumbré a vivir con eso. Hablo del “vacío existencial”.

Hasta ahora tenía las ideas bastante claras sobre lo que yo soy, pero creo que me faltaba un nombre, en estos tiempos que todo tiene nombre, para eso. Y además, necesitaba un empujón para exteriorizar, de alguna manera, y de forma más clara, mis pensamientos verdaderos. Y es que vivo cinco días a la semana en una rutina tediosa, que salvo por momentos puntuales, tiende a ser insoportable; y vivo otros dos días a la semana en otra rutina diferente a la anterior, pero igual.

Hacia afuera, en mi entorno, soy un joven normal, al que muchas personas tienen bien catalogado, al que asumen inteligente, capaz, con futuro, y que demuestra su buen humor estando siempre con una sonrisa (a pesar de tener una de las peores dentaduras naturales del mundo) y haciendo bromas y chistes constantemente. Pero internamente, no soy ni por asomo eso: siento una declarada apatía por vivir, por los problemas que resuelvo y por los que no resuelvo; vivo en un continuo tedio, y, en general, podría decirse que si me pregunto a mí mismo qué es lo que siento, la respuesta sería depresión. Pero soy consciente de eso.

No es nada nuevo para mí. Intento identificar un momento en mi vida en el que abandoné mi alegría interna de cuando era niño, pero no puedo darme cuenta de cuando fue. Y lo que se me ocurre pensar es que siempre fui así, solo que no me daba por pensar en ello. De chico tuve una cantidad normal de amigos, algunos de ellos muy buenos, pero al pasar al liceo (secundaria) casi todos ellos desaparecieron, en algunos casos por la edad (yo era uno de los mayores por lo que ellos siguieron en la escuela y los tiempos y las responsabilidades se desencontraron) y en otros porque pasamos a diferentes institutos. Además, por la crianza que me daban, yo era muy cerrado, abocado a mis estudios (en realidad, rara vez estudiaba, pero igual me iba bien, por lo que me gané el mote de “traga” y como tal quedé fuera del grupo común) y centrado en el futuro: terminar el liceo y después empezar a ser lo que yo quisiera ser. Pero el liceo terminó, particularmente con los últimos tres años bastante buenos en cuanto al grupo pero de los que no rescaté ningún amigo. Y recuerdo que para entonces, yo ya había empezado a formar mi filosofía de vida que empiezo a contar hoy; mas aún, ya empezaba a ser consciente de esto.

Al momento de comenzar una carrera universitaria no había duda: ingeniería de sistemas. Doy gracias a eso porque hoy trabajo en el área, aunque aún no la he terminado (el problema es que sólo tengo una motivación para hacerlo, y no es tan fuerte como para obligarme a darle la importancia que supuestamente tiene). Pero hoy se, ayer sabía, y desde hace mucho tiempo se, que no me gusta. Aclaro, mis padres siempre me dieron la total libertad de seguir la carrera que quisiera seguir, nunca intentaron influenciarme por ninguna, y siempre se mostraron dispuestos a ayudarme, la decisión de hacer ingeniería de sistemas fue completamente mía. Incluso he hablado con ellos de que no me siento contento realizando esta carrera y que pensaba en cambiar, y aun así comprendieron; pero se que abandonar en este momento, faltando tan poco para terminar, los desanimaría, así que decidí continuar. Ademas, un título de ingeniero en sistemas me permite trabajar en algo para lo que soy relativamente bueno ya que estoy inserto en una sociedad semicapitalista-semiliberal-semisocialista y por lo tanto necesito dinero para mantenerme yo y a mis padres (yo me identifico como un mediocre cuando me comparo con mis compañeros más cercanos, pero por alguna razón siempre me tienen bien conceptuado; si alguien nota algún parecido con el síndrome del impostor, que avise). Y otra razón, igual del fuerte que la económica, es que mis padres son bastante mayores, y quisiera cumplirles el sueño de verme con el título de ingeniero (el otro sueño de ellos, el de entregarles un nieto, no lo van a ver cumplido nunca ya que no entra en mis planes a ningún plazo).

Esa fue una breve reseña de mi vida hasta hoy. Y fue todo lo importante, lo demás son detalles. Lo cierto es que llegué hasta acá, estudiando algo que no me atrae, trabajando en algo que no es más que una rutina común interrumpida ocasionalmente por cosas que no son más que molestias, y en general llevando una vida, una vez más, apática. Muchas cosas que hasta hace poco todavía me importaban, han dejado de hacerlo. Me hice adicto al humor negro y a pensar constantemente en la muerte; pero ojo, no en morir, sino mas bien en encontrarle sentido a las cosas viendo como serian si no estuvieran, haciendo humor con la muerte, pensando constantemente que la muerte nos rodea y nos sigue, y lo único que nos queda es continuar caminando, ignorándola, como si no estuviera allí, aunque sí está, y esperando que nos toque el hombro y nos avise que se terminó el camino para nosotros.

Volvamos un poco a la cuestión del vacío existencial. No soy psicólogo, pero es la carrera que pienso empezar en cuanto termine con ingeniería. Pero igual eso no quita que pierda el tiempo leyendo sobre psicología y filosofía, prácticamente las únicas dos cosas que logran atraerme, aunque no por mucho rato. Y leyendo en varios lados, libros e internet, llegué a la conclusión de que lo mío es un vacío existencial. El vacío existencial, según pude determinar, se define como la falta de sentido en relación a la propia existencia, debido a una dificultad para encontrar un propósito en la vida y, por lo tanto, pudiendo encontrarse uno con total ausencia de motivos para vivir. Personalmente, algún motivo para vivir me queda, pero se que esos motivos tienen fecha de vencimiento, aunque yo no pueda saberla. Y no me preocupa que vaya a pasar cuando esos motivos se hayan esfumado.

Por lo que pude leer por ahí, el tercer cuarto del siglo XX pudo haber sido uno de los mejores para el fortalecimiento de la especie humana, ya que las generaciones de entonces serían mentalmente fuertes, y existía una clara convicción de que podían cambiar el mundo. Es lógico pensar eso si venían saliendo de una etapa (la primera mitad del siglo) dominada por dos guerras mundiales, caos económico, político y geográfico. Pero llegó el último cuarto del siglo, y con el también la globalización, primero lentamente, y después, en los noventa, muy acelerada, de golpe: explotó una bomba. Y entonces las personas nos volvimos simples piezas mecánicas de una maquinaria mundial, global, enorme, gigantesca, en la que sólo tenemos la función de seguir haciéndola andar, tratando de no desgastarnos, pero de la cual muchos de nosotros no nos sentimos parte. Y así, nosotros mismos somos máquinas dentro de maquinas dentro de maquinas...; y, para colmo, interactuamos constantemente con máquinas, de la unas y de las otras, máquinas como nosotros, y máquinas de las que se fabrican.

Y entonces, estoy yo. No me siento parte del mundo. No veo qué cosa puedo aportar yo al mundo, ni qué me puede aportar el mundo a mi. Estoy solo en el mundo. Todos estamos solos en el mundo?

No tengo familia. Sólo mis padres con los que tengo muy buena relación, y algún otro pariente lejano, algún primo tal vez, con los que prácticamente no hablo. Mis padres son mis objetivos de los que hablaba antes: hacer que ellos estén bien, que estén contentos, que yo les pueda cumplir alguno de sus sueños. El resto de mis escasos parientes, no me interesan. Punto.

No tengo novia. Una frase que siempre me quedo grabada en la cabeza es “si no quieres que la gente se aleje de ti, no dejes que se acerquen en un principio”. Y sigo esa ley, como tal, como una ley. En casi todos los ordenes, pero principalmente en la pareja. Ojo, me gustan las mujeres, me encantan, pero no quiero nada estable con ninguna. Aunque es cierto que de vez en cuando he intentado ignorar temporalmente la ley, los resultados han demostrado que hacerlo es peor que seguir solo. Cada vez que he intentado dar un paso adelante, he terminado dando dos atrás. Así que en este tema, he decidido ya no avanzar.

No tengo amigos. Los que así llamo no son en realidad mas que compañeros de estudios o de trabajo, o de deporte, pero hasta ahí estamos. Y si a alguno de ellos intento considerar amigo de verdad, de pronto algo pasa y desaparece; por esto no me animo a considerar amigo a nadie. De hecho, en estos ultimos tiempos, he decidido dejar que las cosas se sucedan sin ellos. Tengo compañeros. De estudio, de trabajo. Y conocidos también, de esos con lo que se establece aun vinculo por encontrarse todos los días en la parada, o en la entrada del trabajo, pero que no pasa de un saludo y un comentario carente de significado. Compañeros de estudio son pocos porque por mi forma de ser, no me relaciono con muchos, y en cambio selecciono los que realmente creo que me pueden aportar, no tanto al estudio (porque bien o mal se puede estudiar hasta con un chimpancé, solo que hay que hacer un mayor esfuerzo) sino en lo personal, en lo bien que se puede estar con ellos, en como se puede comprender a la otra persona, en como se puede confiar, y en como se recibe reciprocidad de parte de ellos. Como dijo Groucho Marx, “jamás pertenecería a un club que admitiera a alguien como yo como socio”; y sin embargo ellos son mi club, y me admiten. En cuanto a los compañeros de trabajo, uno no los elije, los asume. Pero afortunadamente (en el sentido vulgar de la palabra, pues no creo en la suerte ni en la fortuna) siempre me han tocado buenos compañeros en todos mis trabajos (salvo uno, del cual ni recuerdo el apellido, que cortó mi chance con la única mujer que me podía haber obligado a modificar mi filosofía; pero bien, así fue, y así es).

Visto lo anterior, cabe preguntarse en que ocupo mi tiempo. Nuevamente, según lo que leí, quienes pasan por un vacío existencial pueden intentar recurrir a soluciones falsas: saturar el tiempo, para dejar de pensar, ocupándolo en actividades que no tienen otro sentido más que el mencionado (trabajar, estudiar o hacer deporte, jugar videojuegos en forma compulsiva), recurrir a estimulantes (alcohol, drogas) o simplemente sentarse a ver como las agujas del reloj dan vuelta. Yo hago una mezcla de esto último y de lo de trabajar; principalmente, dejo que pase el tiempo, y pienso. Y no se si es natural o consecuencia de mi vacío, solo refuerzo la idea, reafirmo mi filosofía, y expando el vacío.

5/5/08

Sobre la campaña Piensa antes de copiar

Acabo de leer un artículo del diario La República del día lunes 5 de mayo de 2008 titulado Piratería estudiantil: el 89% no paga por los programas (pág. 33). Para comenzar, debo decir que estoy de acuerdo en que en Uruguay la mayor parte del software utilizado por el público es ilegal, incluso en el ámbito laboral. Sin embargo, el artículo no esta enfocado a explicar la problemática sino a presentar la campaña Piensa antes de copiar. Y es justamente esta campaña la que me preocupa. Obviamente, lo siguiente que hice tras leer el artículo fue acceder al sitio mencionado: www.piensaantesdecopiar.com. Y realmente encontré lo que esperaba: más del discurso del tipo “si no compras lo que yo vendo eres un criminal”. La campaña no está orientada a exponer las características de la propiedad intelectual, sino a exponer un lado de ella. En todo momento se habla como si absolutamente toda obra, sea ésta un texto, un software o música, entre otras, es un producto comercial que debe ser comprado para poder ser utilizado, aprovechado o disfrutado. Y paarece que no cabe la idea de que hay gente que entrega su trabajo para ser utilizado, aprovechado o disfrutado sin ánimo de lucro, o sin exigencias mayores que respeto a su trabajo. Y respeto al trabajo de alguien ni implica exclusivamente pagarle por él: para la mayoría de nosotros, en algunos casos, el reconocimiento, el agradecimiento o la satisfacción de sabes que nuestro trabajo es util para alguien más. Por supuesto, no en todo, de algo tenemos que vivir. Pero no solo de dinero vivimos.


Esta nota está motivada principalmente por un penoso cuestionario que se encuentra en el sitio antes mencionado y que tiene como objeivo “ayudar” a determinar cuánto conocen las personas sobre derechos de autor y legalidad. A modo de ejemplo, comento algunas de las preguntas:

-Pregunta 4: Está bien copiar contenido de Internet para uso personal? La respuesta dada en el formulario es FALSO. Y es incorrecta: existe en internet una innumerable cantidad de trabajos que han sido publicado para el libre uso por parte de sus autores, ya sea renunciando a sus derechos (haciendo el documento de dominio público) o publicándolo bajo diferentes licencias, tales como Copyleft, GPL o GLPL, entre otras. Existen muchas licencias completamente aceptadas y legales que garantizan el uso total o parcialmente de los documentos publicados bajo ellas. En algunos casos se requiere que se adjunte una nota sobre la licencia, en otras que se mencione explícitamente la fuente, y en otras no se exige absolutamente nada. Y son todas licencias, es decir, están dentro de la ley. Es decisión del autor.

-Pregunta 5: Está bien comercializar copias de música, películas y software a través de una red de intercambio de archivos? Respuesta del formulario: FALSO. Nuevamente incorrecto. Nada me prohíbe a mí, como autor, compositor o editor compartir o comercializar mi propio trabajo a través del medio que crea más conveniente. Hay muchas bandas de música que se lanzan al mercado a través de redes de intercambio o sitios de internet para así dar a conocer su trabajo, como alternativa a caer en la bolsa de alguna de las grandes compañías explotadoras o a pagar enormes cifras para distribuir su trabajo. Lo mismo sucede con millones de programadores de software que comparten, beneficiando a la comunidad y beneficiándose con ella, su trabajo. Y poetas, narradores, cuentistas, articulistas y hasta periodistas, escritores en general. Y en algunos casos, hastan reciben réditos económicos por todo ello.

-Pregunta 6: Está bien instalar software prestado en tu computadora o cargar música prestada en tu dispositivo MP3? De nuevo la respuesta de cuestionario es FALSO. Y nuevamente es incorrecto. Nada prohíbe al autor o propietario legal de una obra, de cualquier tipo, entregar su trabajo a cambio de nada a terceros (de hecho, a cambio de satisfacción, experiencia, retroalimentación, mejoras, etc). Nada me prohíbe a mi descargar de internet música o software liberado explícitamente por su respectivo autor, nuevamente, bajo algún tipo de licencia o entregado al dominio público.

-Pregunta 8: Está bien quemar copias de discos compactos de música y software para tus amigos? Otra vez la respuesta es FALSO, y otra vez es incorrecta. No es tan discutible en cuanto a la música (lo es, pero se dificulta defenderlo) pero en cuanto al software sí lo es. Existen cientos de piezas de software que están disponibles para bajar de internet con el único objetivo de copiar a disco y distribuirlo: distribuciones del sistema operativo Linux (SuSE, Ubuntu, Mandrake, Debian y cientos más), paquetes de ofimática (OpenOffice), herramientas técnicas (servidores web, servidores de bases de datos) y colecciones de programas especialmente compiladas con el permiso expplícito de sus autores o comprendidos bajo determinadas licencias, juegos incluidos.

-Pregunta 9: El software copiado ilegalmente puede infectar tu computadora con virus (...)? Aquí la respuesta del cuestionario es VERDADERO. Y esta vez está bien. Pero resulta que el software original, comprado legalmente un distribuidor autorizado también puede hacerlo. Por supuesto que las probabilidades de que suceda son mucho menores por los (supuestamente) estándares de calidad, pero no se puede decir que nunca sucedió que software perfectamente legal fue distribuido con virus o programas ilegales, algunas veces por error, y otras intencionalmente. El registro y envío de información por parte de un software cualquiera, sin conocimiento y consentimiento por parte del usuario es ilegal, pero gran parte del software que usamos a diario lo hace. Por otra parte, nada, absolutamente nada, impide registrar un programa “malicioso” y comercializarlo. De hecho, los keyloggers (que registran cada tecla presionada en el teclado) y otros tipos de spyware (programas espías) que registran todas las acciones que hace un usuario en su equipo, muchas veces sin su consentimiento, son comercializados regularmente como software para control de uso de los sistemas.

-Pregunta 13: Está prohibido por ley operar toda clase de software sin licencia? La respuesta del cuestionario es VERDADERO. Pero vuelve a ser incorrecta. Yo, como programador, puedo ser autor de una pieza de software que decido compartir con la comunidad sin jamás registrarlo en ningún lado, exponiendo explícitamente (o implícitamente) mi deseo de que dicha pieza sea utilizada, e incluso estudiada, analizada, modificada y distribuida, sin ningún tipo de requerimiento de pagar por eso, incluso sin necesidad de ser notificado. En esto se ha fundamentado la comunidad del Open Source, tan avanzada hoy, y que ha desarrollado tantas licencias diferentes, complementarias y encontradas; pero aún a muchos nos gusta compartir nuestro trabajo sólo por la satisfacción de hacerlo, de hacer algo que a otra persona le pueda ser útil, o para aprender y ayudar a otro a aprender, igual que otro hizo conmigo. Y la ley no puede, ni debe, prohibir eso.

-Pregunta 3: está bien copiar contenido de Internet para trabajos escolares? Según la respuesta del cuestionario, lo anterior es VERDADERO. Y está mal. Es verdad que muchos autores permiten que parte de su obra sea utilizada para trabajos académicos o sin fines de lucro, pero no necesariamente es así. De hecho, la ley de derechos de autor en su forma más estricta, prohibe todo tipo de reproducción, total o parcial, de cualquier obtra sin el expreso consentimiento de su autor o propietario legal. Además eso de que esté bien copiar algo de internet es dudoso. Dicen que copiar de uno es plagio, pero copiar de muchos es investigación.


Quienes estamos en el ambiente del software estamos acostumbrados a esuchar este tipo de cosas, promovidas por las grandes compañías productoras de software, en ocasiones secundadas por pequeñas y medianas empresas y porqué no autores independientes. Y nadie dice que está mal proteger el trabajo de cada uno, de hecho puede ser una necesidad. Pero de ahí a querer convencer a la gente de que el software cerrado, propietario y a menudo caro, es la única alternativa, me parece que hay una gran distancia. La mayoría de los que vivimos del software nos hemos beneficiado de una manera o de otra del software abierto, libre, gratuito, público y de otros tipos (no confundir, ninguno de los anteriores son sinónimos, mas bien se pueden considerar parónimos), y hemos tratado, en la medida de nuestras posibilidades, contribuir a lo que llamamos la sociedad.

Miles de veces he buscado información en internet y he encontrado lo que buscaba gracias a que alguien tuvo el mismo problema o la misma inquietud que yo y se dispuso a resolverla y compartir el conocimiento adquirido para que otros no tengan que reinventar la rueda. Y así es como avanza la sociedad; si todos los artífices de los grandes avances de la tecnología hubiesen dicho “esto que aprendí es mío y si lo quieres saber debes pagarme”, entonces también otros hubiesen perdido tiempo valioso estudiando y resolviendo una y otra vez el mismo problema, y no hubiésemos llegado hasta aquí.

Miles de veces he necesitado piezas de software para hacer mi trabajo. Y muchas veces la he encontrado disponible sin necesidad de pagar nada por eso, o con la posibilidad de pagar un cierto precio pero con la posibilidad de modificar el producto y adaptarlo a mis necesidades. Y el 99% de nuestro software actual debe su existencia al lenguaje de programación C, del que sus autores jamás pidieron que todo aquel con deseos de desarrollar software con él deba pagarle nada a ellos; de ser así, aún hoy estaríamos introduciendo miles de tarjetas de cartón en una máquina. Y lo mismo sucede hoy en día con Java, PHP, Perl, Python, etc.

Y también muchas veces he utilizado software de primera calidad con total libertad sin necesidad de comprar nada; de hecho, esto lo estoy escribiendo en mi procesador de texto favorito, OpenOffice Writer, miembro del paquete OpenOffice, disponible para descargar gratuitamente de su sitio en internet (http://www.openoffice.org); bueno, en realidad, estoy usando StarOffice, un primo cercano actualmente cerrado pero abierto cuando lo descargué de la web de Sun Microsystem. Y navego por internet con Mozilla Firefox, un navegador gratuito también disponible para bajar de internet (http://www.mozilla-europe.org/es/). Y desarrollo con Java, disponible gratuitamente en internet (http://www.sun.com/java/), utilizando el entorno de desarrollo integrado gratuito NetBeans (http://www.netbeans.org/). Virtualmente existe un equivalente para cada programa de uso común que pueda necesitar un usuario normal, es sólo cuestión de animarse a probar algo distinto y ver que no es tan distinto...


Para terminar, no puedo dejar de considerar una problemática mencionada en el artículo: los estudiantes utilizan software pirateado. Y es verdad, como estudiante de la Universidad de la República, lo veo y lo asumo. Se me ocurren un par de razones para que esto sea así.

Primero: en la propia Universidad de la República se incentiva a ello. Me refiero a que más de la mitad de las veces se entrega a los estudiantes y se espera de ellos documentos de MS Office (MS Word, MS Excell, MS PowerPoint). Pero vivimos en una sociedad en la que, para ser sinceros, un estudiante común no puede comprar dicho paquete de ofimática, cuando tener una PC en su casa o residencia ya es un gran esfuerzo. Entonces, por desconocimiento y necesidad, los estudiantes acaban consiguiendo una copia ilegal del software: sin ella, no pueden realizar su trabajo.

Segundo: en la propia Universidad de la República no se exponen alternativas. Rara vez se habla del software libre, del open source o del software gratuito. De hecho, fuera de la carrera de ingeniería en computación muy pocos estudiantes saben que existen alternativas a MS Office, Matlab (un software utilizando en diferentes disciplinas para hacer cálculos matemáticos complejos) y Autocad (usado por arquitectos); seguro en otras disciplinas también existen alternativas, es sólo cuestión de buscar un poco: alguien ya lo necesitó antes y no todos son egoistas.

Tercero: el propio Estado uruguayo promueve la piratería, de la misma forma que lo hace la Universidad de la República.

Cuarto: generalmente, quienes están abocados a la producción de software para compartir, de la forma que sea, no tienen tiempo ni recursos económicos para invertir en publicidad de sus productos: el boca a boca y la difusión en internet son sus herramientas. Pero pocos estudiantes comprenden la necesidad de pasarse a estas alternativas “desconocidas” porque pueden conseguir el software “normal” por el mismo precio (pirateado, claro está) y no conoce y por lo tanto no le importa la diferencia.

Quinto: es difícil romper el círculo vicioso: “uso esto porque todo el mundo lo usa”, pero todo el mundo lo usa porque nadie se anima a cambiar.


Que quede claro que yo, como individuo, no estoy diciendo que la piratería de software esté bien ni que haya que forzar a la gente a usar alternativas. El que puede pagar, si le gusta el producto, que pague. Aunque personalmente soy usuario ocasional de Linux, también soy usuario de MS Windows y, bromas aparte, me parece un buen sistema. No me gusta que al comprar un equipo me obliguen a pagar también el sistema operativo (MS Windows), pero reconozco que para un usuario común pueda resultar más fácil, y ya que lo paga me parece perfecto que lo use. También creo que los niños que crecen hoy en día, y que se van introduciendo en el mundo de la informática, tienen la capacidad de iniciarse directamente en ella utilizando herramientas “alternativas” (por llamarlas de alguna manera, pero sin dejar de resaltar que mal o bien son equivalentes) sin los problemas de adaptación que tal vez tuvimos nosotros.


En fin, no todo software copiado de un amigo a otro es ilegal, ni todo documento bajado de internet es ilegal, ni toda musica traspasada al reproductor mp3 es ilegal. Si vamos a hacer una campaña informativa sobre qué cosas son ilegales y qué cosas no, hagámosla limpiamente, Digamos “este producto es bueno pero si no quieres pagar por él, este otro es también bueno y el autor te deja usarlo sin que le pagues”. Y expliquemos TODAS las alternativas. No asustemos a la gente diciendo que si no nos paga por usar lo que nosotros hacemos está en infracción. Hay software libre. Hay textos libres. Hay música libre. Y hay todo eso gratuito. El conocimiento siempre debe ser libre; cuando el conocimiento no sea libre, ya no habrá conocimiento.