18/7/08

Día mundial de la prevención del suicidio

No podía faltar un comentario sobre este día. Muchas personas conocen mis ideas respecto a esto, otras no, otras creen que apunto hacia eso y otras que sólo hago bromas pero que estoy muy lejos. La verdad, me tiene sin cuidado lo que crean de mí. Pero no puede escapar la idea de que me parece una auténtica estupidez hablar de “prevención del suicidio” como si habláramos de la prevención de una enfermedad mortal o de los accidentes de trabajo.

Para ser directo, mi principal argumento es el siguiente: porqué a todos nos tiene que gustar la vida? Porqué, como afirman muchos, para todos, en forma universal y absoluta, el bien mas valioso que tenemos tiene que ser la vida? Sólo porque el común de las personas crea que la vida es algo hermoso y merece hacer cualquier esfuerzo por continuarla, no se convierte en una máxima universal. No, y no puedo estar más lejos de eso. La verdad, como en todo, y siguiendo la clásica frase “sobre gustos no hay nada escrito”, a algunos les puede gustar la vida, y a otros puede no gustarle. Yo estoy mucho más cerca de la segunda...

Siempre dije que voy a cambiar de opinión cuando alguien me exponga serios argumentos sobre porqué la vida es hermosa, y no se base en cuestiones subjetivas (cuando el adjetivo hermoso implica subjetividad). En todos lados hablan de campañas de prevención del suicidio, pero con el único fin de “salvar” a los suicidas de provocarse la muerte, sólo por el hecho de impedirlo. Aún no puedo entender cómo vivir debe ser un fin en sí mismo, cuándo la vida dejó de ser vida algo natural y pasó a ser una obligación moral y legal de todos los que nos ha tocado vivir y no morir por alguna causa, natural o no, y que debemos cumplir como si estuviera en un contrato, como si se lo debiéramos a alguien (y encima, a personas que ni siquiera nos conocen, y que lo hacen sólo para reducir las estadísticas, porque, al fin y al cabo, las personas solo somos estadísticas).

Algunos lo hacen por convicciones religiosas, otros lo hacen por convicciones morales, pero ninguno toma en cuenta la voluntad de las personas. Nadie soporta que un desconocido le diga lo que puede o no puede hacer, lo que debe o no debe hacer con su vida, pero todos están dispuestos a hacerlo con los demás. Aquí no uso la palabra todos como cuantificador universal sino como una referencia al conjunto mayoritario de personas que conformar lo que llamamos sociedad.

Hay gente que se ve agobiada por problemas, económicos, legales, sociales, de salud, etc, y no ven otra salida que acabar con su vida. Tal vez, muchas de ellas, no llegan a meditar lo que hacen ya que se ven movidas por la desesperación. Tal vez, esas personas sean las que puedan llegar a necesitar ayuda, y posiblemente con una simple orientación que les muestre un camino para cambiar su situación sea suficientte para que se den cuenta de que su problema tiene solución o de que, por lo menos, tienen algunas alternativas, otras cosas para hacer, o alguna manera de enmendar sus errores. Tal vez que no, y tal vez realmente estén mejor muertos; tomemos por ejemplo el controversial problema de la eutanasia. Personas que, por problemas de salud clínicamente irremediables, están condenadas a sufrir, ansiando su muerte pero sin poder hacerlo, por mano propia o con ayuda de terceros, porque otras personas, que no pasan por situaciones similares, y seguramente no conocen a nadie así, no les importa, sólo quieren sentirse bien sabiendo que “una persona no murió hoy”. Esto significa, a las personas les gusta imponer su voluntad por encima de la de los demás, incluso cuando se trata de la propia vida de los demás, y no la de ellos.

No puedo dejar de mencionar los intentos de suicidio provocados por desengaños (especialmente entre los adolescentes, relacionados a las parejas o la familia), de los cuales, en estos casos sí, se trata de impulsos totalmente puntuales. De estos no tengo la menor duda de que con poca ayuda, tal vez sólo escuchando sus problemas, se revierta la situación. Después de todo, sólo son adolescentes que ya no tienen lo que quieren con sólo pedirlo, ni tampoco lo pueden conseguir por medios propios. Más aún cuando se trata de otras personas. Lo mismo sucede cuando el intento de suicidio es como castigo para alguien, para causar culpabilidad, moral o legal, por haber hecho determinadas cosas.

Para otras personas, su problema puede ser la soledad. En una sociedad que en no poco tiempo, pero sí en forma constante, se ha vuelto totalmente individualista y consumista, que le rinde culto al éxito, y en la que lo único que cuenta es llegar a lo más alto, cueste lo que cueste, pisando la cabeza de la gente si es necesario, muchos se ven relegados a un segundo plano, ya sea por sus capacidades o habilidades, o por cosas de la vida que les ha llevado a caer de su sitio. Uno tiene muchos amigos cuando las cosas van bien, pero solo una mosca molesta se anima a acercarse cuando las cosas no salen. Caer de un sitial de privilegio, por errores propios o no, en estos días, significa quedar detrás de la multitud, que anteriormente eran los amigos, socios, compañeros. Tal vez, y sólo tal vez, este grupo de personas también pueda ser ayudado, mostrándole otro camino, otra forma, arrimándose y estando con ellas. Pero también hay que tener en cuenta que muchas veces esas personas no quieren la ayuda, porque ya han pasado por la situación una vez, o más, y no quieren volver a atravesarla. Francamente están en todo su derecho. Porqué deberían volver a insertarse en un grupo de personas, que, muy probablemente, vuelvan a hacer lo mismo? O lo que es peor, antes o después, él o ella hará lo mismo... Y en estos casos, nadie tiene derecho a inmiscuirse en sus decisiones.

Una causa con la que personalmente me identifico, es el vacío existencial. Como ya lo dije en otro post no muy antiguo (http://todoaporta.blogspot.com/2008/05/mi-vaco-existencial.html), personalmente no veo que mi vida tenga mucho sentido, y sólo siento que estoy aquí porque aún estoy aquí. Por ahora, pienso seguir aquí, no tengo ningún apuro por dejar de estar, pero la opción no está descartada ni mucho menos. En mi misma situación hay, calculo, millones de personas. Pasamos el día como una obligación, como algo que tenemos que hacer, y lo hacemos. De la misma forma que una máquina hace lo mismo, una y otra vez desde que la prenden hasta que la apagan, con la única diferencia que ella no tiene consciencia mientras que nosotros sí, pero con la similitud de que ambos no tenemos opción.

En aquél post, que recibió más comentarios que todos los otros juntos y eso que no son tantos (en realidad, el blog sólo lo tengo pensado para yo poder escribir cosas, algunas de ellas importantes, que realmente me pasan y siento, pero que no quiero hablarlo en persona sólo porque no me quiero complicar; en resumen, no está pensado para que otras personas lo lean... pero no me molesta que lo hagan, incluso me gusta que lo hagan, por eso no uso un cuaderno personal) mucha gente me recomendó ir a un psicólogo. Seguramente porque asumieron que yo necesitaba ayuda, o que quería ayuda. Les digo: NO. No necesito ayuda ni quiero ayuda, no es algo que empecé a pensar ayer, sino que lo arrastro desde los 12 o 13 años. Y en estos 15 años le di tantas vueltas como me fue posible y llegué siempre a la misma conclusión. No voy a opinar, en este caso, sobre si otras personas en mi misma situación piensan igual o sacarían provecho de ayuda externa. Sólo se que yo no la quiero.

En algún otro lado me dijeron, alguna vez, que si sentía que no había nada para mí acá, porqué no me iba a cualquier otra parte del mundo, donde hay gente que necesita ayuda, y empezaba una nueva vida. La respuesta es: No tengo ganas. Se que no hay nada interesante para mí acá, ni tampoco lo hay en otro lado. Las cosas, en las que tal vez me interesaría ayudar, son demasiado grandes, y se que en poco tiempo abandonaría. Ya he perdido toda la voluntad de empezar algo nuevo con espectativa.

En definitiva, esto que escribí lo hice a conciencia, sin fuentes externas, sin documentos, sin referencias, sólo con ideas que fui formando a lo largo de mi vida. Para mí, el suicidio es algo totalmente personal, y pienso que si el potencial suicida se deja ayudar (a veces con sólo ofrecerle ayuda ya alcanza) el mundo está en todo su derecho en hacerlo. Pero si no desea recibir ayuda, si ya tiene la decisión tomada, no creo que nadie tenga el derecho de impedirlo. Y menos la ley. No puede considerarse un delito el intento de suicidio. Obligar a una persona a vivir es exactamente igual a obligarla a que su color favorito sea el rojo, que le guste la ensalada y que le guste salir a mirar el atardecer a la rambla en pleno invierno. Son todas cosas personales, son gustos. Las personas no pueden ser obligadas a adquirir un gusto que no tienen. Y el suicido, para los que lo dicen, no es un gesto egoísta. Egoísta es poner a un anciano en un asilo y olvidarse de él, egoísta es obligar a un enfermo terminal a soportar dolor, físico o mental, sólo porque otras personas no pasan por situaciones similares, egoísta es tratar de tener más dinero o más poder a costa de que hayan millones de personas que se mueren de hambre o enfermedades simples, egoísta es tirar un perro a la calle porque ya está grande y molesta o los nenes ya no lo quieren, egoísta es no dejar que otras personas hagan lo que quieren sólo porque nosotros pensamos que eso es desagradable (a menos que sea para evitar provocar un daño a otros).

Un suicida no debe arrastrar a nadie, ni directamente ni indirectamente. Así como nadie debería tener el derecho de evitar que alguien se suicide, nadie debería tener el derecho de incitar a otros a hacerlo. Es una decisión personal, igual que lo es dedicarse a la medicina, a la política, o a las artes, o tener pasatiempos como juntar sellos o mirar televisión en forma compulsiva. Tampoco debería usar el suicidio como forma de escapar de un problema, trasladándoselo a otro; esto es difícil de conseguir, pero debería ser considerado al momento de tomar la decisión.

Pero ya me extendí demasiado. Sólo quería hacer una exposición a favor de la libertad de las personas a elegir hasta cuando vivir y cuando morir. Si alguien considera que que no es así, y que la vida debe preservarse por sí misma, sólo por el hecho de vivir, independientemente de los objetivos (de hecho, hacer de la vida un fin en sí misma) empiecen también a buscar la forma de que las personas puedan decidir no nacer... yo no quiero que nadie me imponga sus gustos personales sólo porque crea que son los correctos... para eso ya tengo la televisión que trata de venderme de todo.

Para los que me conocen y realmente les interesa algo, quédense tranquilos que todavía no es momento.... para todos, que disfruten del día...



Nota: la imagen es una reproducción del cuadro El Suicidio, de Edouard Manet y es de dominio público. Por detalles, acceder a: http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Edouard_Manet_059.jpg

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