26/2/12

Vive, de Charles Chaplin

Hay un verso que siempre tengo en la cabeza, y no fue sino hasta hace poco que me enteré que era el comienzo de un poema escrito por nada más y nada menos que Charles Chaplin.. creo que este poema es ideal para retomar la rutina de publicar.. hablando con una amiga, surgió.. el poema es muy bueno, y más aún cuando podemos leerlo pensando en que se lo leemos a alguien más; no tiene que ser una sola persona, pueden ser varias, un grupo.. pero personas a las que este poema significa algo, y para las que a nosotros mismos, leérselo, significa algo..

Vive
por Charles Chaplin

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

¡Sonríe! Pero no te escondas detrás de esa sonrisa, muestra aquello que eres, sin miedo, existen personas que sueñan con tu sonrisa, así como yo.

¡Vive! ¡Intenta! La vida no pasa de una tentativa,

¡Ama! ama por encima de todo, ama a todo y a todos. No cierres los ojos a la suciedad del mundo, no ignores el hambre, olvida la bomba, pero antes haz algo para combatirla, aunque no te sientas capaz.

¡Busca! Busca lo que hay de bueno en todo y todos, no hagas de los defectos una distancia, y si, una aproximación.

¡Acepta! La vida, las personas, haz de ellas tu razón de vivir.

¡Entiende! Entiende a las personas que piensan diferente a ti, no las repruebes.

¡Mira! Mira a tu espalda, cuantos amigos ¿Ya hiciste a alguien feliz hoy? ¿O hiciste sufrir a alguien con tu egoísmo.?

¡No corras! ¿Para qué tanta prisa? Corre apenas dentro de ti.

¡Sueña! Pero no perjudiques a nadie y no transformes tu sueño en fuga.

¡Cree! ¡Espera! Siempre habrá una salida, siempre brillará una estrella.

¡Llora! ¡Lucha! Haz aquello que te gusta, siente lo que hay dentro de ti.

Oye. Escucha lo que las otras personas tienen que decir, es importante.

Sube. Haz de los obstáculos escalones para lo que quieres alcanzar, pero no te olvides de aquellos que no consiguieron subir en la escalera de la vida.

¡Descubre! Descubre aquello que es bueno dentro de ti, procura por encima de todo ser gente, yo también voy a intentarlo.

Ahora ve en paz. Yo preciso decirte que te adoro, simplemente porque existes.

17/1/12

Fray Bentos, enero de 2012

Mi concepto de buenas vacaciones es bastante diferente al del común de las personas: lejos de buscar ir con mucha gente a alguna de las playas del este (Canelones, Maldonado, Rocha), me gustó más la idea de salir solo rumbo a otro punto dentro del país; las opciones finalistas fueron Fray Bentos, en el departamento de Río Negro (al oeste del Uruguay) y Bella Unión en el departamento de Artigas (la ciudad más al norte del país). Y el destino ganador fue Fray Bentos. Fueron varios los que me preguntaron qué iba a hacer allí si no había nada; y justamente eso es lo que yo quería hacer: nada. Solo recorrer, conocer un poco una ciudad a la que nunca había ido, y también aprender un poco más de la historia del país visitando el ex frigorífico Anglo. Así que hacia allí partí.

Fray Bentos

La ciudad de Fray Bentos es la capital del departamento de Río Negro, y es una de las ciudades más antiguas del país, habiendo sido fundada en 1859 bajo el nombre de Villa Independencia aunque ya existía de mucho tiempo antes como poblado y puerto. Se encuentra a orillas del Río Uruguay, y a unos cuantos kilómetros del Río Negro. El origen del nombre es antiguo y bastante incierto; ya en mapas del siglo XVII figura el nombre Fray Bentos o alguna variante del mismo (Fray Bento, Fray Vento), a veces aplicadas a cierto río, otras a un paraje o a otras ubicaciones geográficas. Según la tradición, cierto fraile ermitaño de apellido Bentos se estableció alrededor de 1750 en la zona donde comenzó a construirse el pueblo llamado Villa Independencia y que después, en recuerdo del fraile, fuera renombrado como Pueblo de Fray Bentos; sin embargo, existen dudas sobre esta historia ya que se encontraron documentos y mapas en los que el nombre Fray Bentos se usaba desde mucho antes, y además no hay registros de ningún fraile o religioso de apellido Bentos que se radicara en el zona.

Primero el pueblo y luego la ciudad crecieron en base al funcionamiento del puerto, dado que por la profundidad del Río Uruguay a esa altura permitía la operación de naves de gran porte provenientes del otro lado del océano, y por la industria de procesamiento de carne, primero con el saladero, luego con la planta de procesamiento y producción de extracto y más tarde con el frigorífico. Esta industria abasteció durante largos periodos de tiempo a mucha gente, particularmente durante las dos guerras mundiales y algunos otros conflictos bélicos, al punto que la marca Fray Bentos llegó a ser considerada en algunos países de Europa y en Estados Unidos como sinónimo de derivados de carne, principalmente extracto de carne y corned beef (al parecer, aún hoy en Inglaterra se fabrican derivados de la carne con la marca Fray Bentos).

La partida, el viaje, la llegada

El viaje parecía comenzar mal: unos días de sofocante calor fueron seguidos por un miércoles nublado y lluvioso; el pronóstico indicaba que a partir del jueves el tiempo sería agradable, sin lluvias ni excesivo calor, al menos para la época del año. Sin embargo, el jueves, apenas salí de mi casa rumbo a la parada para ir hasta Montevideo, desde donde partiría hacia Río Negro, se largó a llover; llegué a la parada ensopado y no habían ómnibus a la vista.. eran las 5.30 de la mañana, y seguía lloviendo. Cuando apareció el primer ómnibus, lo tomé y casi enseguida dejó de llover.. y no volvió a llover más, pero ya el calor era tal que pasé de mojado a seco en minutos. Llegué a la terminal de ómnibus de Tres Cruces a las 6.15, aproximadamente; el CUT hacia Fray Bentos salía a las 8.00.. a esperar. A las 8.00 puntual nos retiramos del andén y poco rato después dejamos Montevideo... eso ya de por sí es muy bueno.

El viaje fue por demás tranquilo, casi 4 horas justas.. yo estaba en ventanilla del lado derecho, y era de mañana.. es decir, el sol me daba de lleno.. de a ratos cerraba las cortinas, pero me aburría mirando el asiento delantero, así que las volvía a abrir para mirar para afuera.. pasto, vacas, caballos y mucho, mucho, sol..

Llegamos a Fray Bentos, todo el mundo se bajó en la terminal de la ciudad, y yo me quedé en el ómnibus: tenía todo arreglado para que me trasladasen a La Posada del Frayle Bentos, el lugar en el que me hospedaría por los siguientes cinco días y cuatro noches. Cinco minutos después, ya estaba allí, y en pocos más ya estaba tirado en la cama.. necesitaba estirar las piernas y entrar en confianza con la ciudad, así que me cambié y ya salí a caminar.. eran cerca de las 13.00 así que además había que comer..

La Posada del Frayle Bentos

La Posada del Frayle Bentos es una vieja casona de más de 120 años de antigüedad, restaurada a nuevo aunque conservando la escencia inglesa original. Es un edificio de una única planta, con dos patios abiertos y con 16 habitaciones distribuidas alrededor de ellos; el patio trasero muy bien vestido con plantas, flores y hasta un árbol de nísperos que proveen sombra durante las horas más pesadas de la tarde. También en el patio trasero se encuentran dos piscinas, una de no más de cinco metros de largo y 1.40 de profundidad, y otra circular para niños pequeños. Todo muy bien presentado y cuidado, haciendo que pasar un rato leyendo o simplemente respirando allí sea realmente un placer.

Tal vez, el único punto negativo de la posada es que no cuenta con restaurant propio. Sí ofrece un desayuno buffet bastante completo (café, leche, chocolate, yogurt de varios sabores, y pan blanco o negro, bizcochos dulces y salados, jamón, queso, manteca, mermeladas y frutas variadas), pero el almuerzo y la cena hay que salir a buscarlos por la ciudad, en donde no abundan los locales de comidas y mucho menos los que permiten comer (o en su defecto, disfrutar de una cerveza helada) al aire libre. De todas formas, los pocos locales que hay, son buenos (aunque las cartas no parecen tener mucha variedad) y no demasiado caros. Particularmente, destaco dos: el bar El Paragua, donde sí uno puede sentarse y tomar una cerveza a la sombra en la vereda ya que tiene deck en la calle, y el restaurant del club Juventud Unida (ambos quedan por la calle 18 de Julio entre Treinta y Tres Orientales y Brasil, a dos cuadras de la rambla y cuatro de la posada).

La ciudad

Lo primero que se nota es la extrema tranquilidad de la ciudad. No hay mucha gente en las calles, a ninguna hora del día, no hay prácticamente autos circulando, y no hay ruidos molestos como escapes libres de motos, alarmas sonando por horas o gritos de personas audibles a cuadras de distancia. Sí es común ver gente tomando aire en los jardines o en las plazas (abundan las plazas en la ciudad), de todas las edades. Ni que hablar que en ningún momento nadie me pidió una moneda, ni se ven muchachones de los cuales desconfiar, ni limpiando parabrisas, ni haciendo malabares en las esquinas, etc. Uno podría caminar por cualquier lado, a cualquier hora, y estar seguro de que no pasará nada. Pude ver alguna camioneta de la policía circulando, pero en ningún momento oficiales de a pie, y las dos únicas veces que oí sirenas fue una por una ambulancia y la otra por un camión de bomberos que no llegué a ver y se apagó enseguida.

La principal calle, la 18 de Julio, es de una sola mano, excepto por las tres últimas cuadras (de Treinta y Tres Orientales hacia la rambla). A lo largo de esta calle, y al igual que en cualquier otra calle, las casas son bajas, típicamente de uno y ocasionalmente de dos pisos. Los edificios de tres o más pisos son realmente escasos, y aún así, si no me equivoco el más alto no supera los 6 pisos.

La limpieza es total, salvo por ocasionales hojas de árboles caídas a la calle. Todas las veredas están perfectamente arboladas, y las plazas, de las cuales hay una cantidad enorme, perfectamente cuidadas, con el pasto corto y en general irrigado, las plantas bien formadas y los árboles recortados. Lamentablemente, por la deficiencia hídrica que se está sufriendo el país, las fuentes de aquellas plazas que las tienen estaban completamente vacías. Pero todo no se puede, solo el hecho de pasear por cada una de esas plazas era disfrutable, apreciar los monumentos emplazados en cada una (en algunas más de uno a la vez), tanto de día como de noche.

No hay transporte colectivo local, básicamente porque no se necesita, aunque sí hay servicio de taxis. La ciudad en sí es muy reducida (la calle 18 de Julio no debe tener más de 30 cuadras de largo y es el eje de la ciudad) por lo que se puede hacer todo a pie, en bicicleta o en moto. Al parecer, cuando es necesario trasladarse a otras ciudades cercanas, como Mercedes, la capital del departamento de Soriano, y que se encuentra a no más de 35 km, la gente recurre a las mismas empresas que hacen los servicios de larga distancia. El único servicio de transporte colectivo, y es especial, es el que cubre el trayecto de Fray Bentos a Las Cañas, el balneario más cercano y famoso del departamento, y del cual solo hay dos frecuencias diarias entre semana y tres los fines de semana.

Primer día, jueves

El primer día (o medio día, ya que llegué a las 12.00) lo dediqué a visitar la rambla costanera, con su Parque Roosevelt, el anfiteatro Juan Zorrilla de San Martín, el Club de Remeros y el puerto ultramarino de aguas profundas. Todo esto es una sola cosa, casi indistinguibles entre sí. Incluso el parque está compuesto por diferentes áreas cada una con un monumento propio, como el busto de Zorrilla de San Martín, el monumento al fútbol o el monumento a la biblia, entre otros. El anfiteatro fue construido aprovechando las particularidades del terreno, estando las gradas sobre una colina natural y el escenario dando la espalda al Río Uruguay, separado por una senda vehicular y una pequeña porción de tierra arbolada con mesas donde descansar. Aunque hay un parador allí, parece que abre tarde pues hasta las 17.00 seguía cerrado. Estuve allí un rato largo, y hasta me dormí una siesta bajo un árbol a centímetros del agua, escuchando como rompía contra el murito. Después de un rato de estar allí, caminé un poco por la calle 18 de Julio, como para ir familiarizándome con la ciudad; al poco tiempo me di cuenta que es difícil perderse, ya que la ciudad está trazada en forma muy cuadriculada, así que me animé a tomar por calles paralelas y transversales. El hotel queda en la calle 25 de Mayo y Luis Alberto de Herrera, a tres cuadras de 18 de Julio; la plaza Constitución, la principal plaza de la ciudad, tiene una esquina en 18 de Julio y 25 de Mayo; haciendo tres cuadras más por 18 de Julio, se llega a la rambla; todo muy cerca, todo muy cómodo, todo muy tranquilo. Se disfrutaba hasta caminando, si no fuera por el fuerte sol de la tarde.

En algún momento almorcé en El Paragua (chivito al plato, muy bien presentado y muy rico) y sobre las 22 cené en el salón del Club Juventud Unida (milanesa napolitana). Después, una buena ducha, y a dormir.

Segundo día, viernes

El segundo día lo destiné a lo que más quería hacer cuando me decidí por Fray Bentos: visitar las instalaciones del ex frigorífico Anglo. Desde finales del siglo XIX (1865) la zona fue considerada para la instalación de industrias procesadoras de carne, básicamente por dos razones: por un lado debido a la abundancia de materia prima de buena calidad, y por otro por la profundidad del río que permitía operar a barcos de gran porte provenientes del otro lado del Océano Atlántico. Primero fueron capitales alemanes e ingleses los que permitieron comenzar con las actividades de un pequeño saladero que parecía no caminar; poco tiempo después, ciertos alemanes y belgas creyeron que la zona era ideal para instalar la primera planta de procesamiento y producción de extracto de carne utilizando el proceso inventado por Justus von Liebig; aunque Liebig nunca visitó Uruguay, desde el principio alentó al proyecto. Así la industria fue creciendo, no solo en materia industrial sino también social, fundando un barrio para los obreros, con escuela, hospital, centros de esparcimiento y deportes. El pueblo de Villa Independencia, y posteriormente la ciudad de Fray Bentos vivían al ritmo del silbato de la fábrica, de la misma forma que en la mayor parte del mundo los poblados vivían en torno a las campanas de la iglesia local. Con el tiempo, el saladero y la fábrica fueron transformándose, debiendo adaptarse a las condiciones de los frigoríficos modernos, pasando a llamarse Frigorífico Anglo. Millones de soldados y civiles se alimentaron de los productos exportados por esta industria a través del puerto propio (que hoy se encuentra en ruinas) durante las dos guerras mundiales y varios otros conflictos bélicos, desastres naturales y en la vida diaria. A partir de los años 1950 el frigorífico comenzó a caer en decadencia, por problemas económicos y políticos, cerrando definitivamente sus puertas en 1979. Actualmente, parte de las antiguas instalaciones fueron acondicionadas como un museo, el Museo de la Revolución Industrial del Río de la Plata (ya que se considera que a través de su puerto y de su industria, se importó la revolución industrial a la región), otra parte es utilizada por la comuna de Río Negro para sus operaciones usuales, y otra es utilizada por otras microempresas locales. El barrio fundado para los obreros aún permanece y es habitado por personas que en general desempeñan su trabajo en la ciudad de Fray Bentos.


Fue entonces que me pasé el día recorriendo todas las instalaciones, fundamentalmente el museo, donde pueden verse máquinas y herramientas utilizadas a lo largo de la historia de la fábrica, pueden leerse reseñas de las actividades que allí se sucedían, e incluso puede observarse, en el piso superior, la sala de la administración, la cual me aseguraron se encuentra exactamente igual que como quedó el último día de operaciones, cuando se apagaron definitivamente las luces del Frigorífico Anglo. Para llegar hasta el Anglo tuve que caminar no menos de 20 cuadras, ida y vuelta (40 en total), pero de seguro que valieron la pena. Ya de por sí el camino es disfrutable (de nuevo, salvo por el fuerte sol) y hay mucho para admirar, y dentro de las instalaciones uno se siente que retrocede en el tiempo. Al mediodía, naturalmente, almorcé en el restaurant que se encuentra junto al museo: una imponente lasagna de carne, verdura y choclo que presentó sus retos pero le terminé ganando. De regreso en la posada, una ducha, un viaje hasta la esquina a comprar unos sándwiches calientes y un fainá, y a la habitación a ver el clásico tomando cerveza.. me enteré del resultado al día siguiente cuando me desperté..

Tercer día, sábado

El sábado me había agendado para ir hasta el balneario Las Cañas.. cada vez que le decía a alguien, antes de partir que me iba para Fray Bentos, enseguida saltaban con la pregunta “vas a Las Cañas?” a lo que no me quedaba otra que responder “no, no voy a Las Cañas, voy a la ciudad, pero una vuelta me voy a dar”.. así que el sábado era un buen día para ir. Éramos unas diez personas esperando el ómnibus en la calle Treinta y Tres Orientales entre 18 de Julio y Rincón, que debía pasar 15.30... llegó 15.50, pero era entendible: el ómnibus era un viejo FACANSA que ya no podía ni con las chapas.. aunque todos los FACANSA son (eran, porque al menos en Montevideo ya no queda ninguno y por Canelones, al menos en el sur/este tampoco) iguales, parece que se quejan y no pueden con el camino, pero siempre cumplen. 50 pesos ida y vuelta, con regreso a las 20.30 o 22.00. Como balneario, muy disfrutable, pero diferente a las playas del este: lejos de tratarse de una gran extensión de arena a orillas de un río o mar, se puede decir que es un bosque a orillas de un río, porque los árboles, en algunos lados, llegan hasta el agua mismo, y en otros, solo hay un par de metros entre la protectora sombra y la refrescante agua.. no había almorzado, solo había comido lo que me quedó de la noche anterior, pero no tenía hambre, así que solo me dediqué a ir al parador y disfrutar de una cerveza... “cerveza, que tenés?” le pregunté al mozo, y me respondió “Pilsen, Patricia, y una media rara, que no se como se llama”.. “traé esa, vamos a ver” le dije.. resulta que era Stella Artois.. bien fría.. más tarde, un heladito artesanal.. tres bolas, limón, menta y cereza, 55 pesos.. muy barato.. 20.30 el regreso, esta vez el ómnibus fue puntual, 20.35 ya estábamos en camino.. un poquito más tarde tocaba Tabaré Cardozo a 50 metros de ahí, pero no pensaba pagar una entrada para verlo, y ya había mucho ruido por las pruebas de sonido, así que me volví a la ciudad temprano (por ser sábado podría haber vuelto a las 22.00).. de regreso en la ciudad, cena en El Paragua (de nuevo, chivito al plato, para qué variar?) y a caminar un poco más por la ciudad.. después, a la posada y a dormir..

Cuarto día, domingo


El domingo sí no sabía muy bien qué hacer.. al principio pensé en dedicarme a descansar y recorrer un poco más la ciudad, aunque ya la tenía bastante recorrida y no me parecía que fuese a encontrar algo nuevo.. sin embargo, entrando a la posada se me dio por mirar un mapa pegado en una cartelera, con los lugares destacables y figuraba la Playa Ubici.. nunca la había sentido nombrar, pero allí estaba.. no parecía lejos, así que junté coraje y me tiré a caminar.. mirando el mapa, serían 20 a 25 cuadras.. pero no llevaba mapa y me equivoqué de calle, así que cuando parecía un poco perdido, lo que es difícil porque caminando transversalmente se llega en pocas cuadras a 18 de Julio, decidí hacer justamente eso mismo: ir hasta 18 de Julio y orientarme desde allí.. lo hice, pero eso me llevó a caminar no menos de 10 cuadras adicionales para llegar a la playa.. igual, como con el Anglo, valió la pena.. es una playa chiquita, con mucha vegetación igual que Las Cañas, aunque un poco más rocosa. Como siempre, primero una cerveza fría en el parador y después almuerzo: cuarto pollo con chorizo, fritas y ensalada.. no había chinchulines, aunque estaban prometidos en el menú, no les quedaban.. en fin, de nuevo, muy buena la comida y para nada caro. Allí estuve hasta más o menos las 17.00, y arranqué a caminar de regreso, haciendo otro camino, y otra vez me volví a perder, y otra vez tuve que salir hasta 18 de Julio, y otra vez caminé como 10 cuadras adicionales.. pero qué, estaba de vacaciones, no me iba a preocupar por eso. Después, ducha, cena de nuevo en El Paragua (esta vez, para variar, pedí la napolitana con ensalada y más cerveza). Me llamó la atención que habían cortado una mano de 18 de Julio (solo la cuadra donde está el bar) y puesto un televisor en la calle para que la gente viera los partidos de futbol, con mesas en la calle y además habían instalado un castillo inflable para los niños.. pensaba ver el partido de Peñarol, pero me aburrí y me volví a la posada a dormir.. de nuevo, me enteré del resultado al día siguiente.

Quinto y último día, lunes

La aventura llegaba a su fin.. me desperté más temprano que los otros días, a las 8.00 ya estaba en pie, 8.30 bañado y desayunando lo mismo que todos los días: dos rebanadas de pan blanco con manteca, y dos tazas de café. Una última visita a la rambla, la plaza Constitución, la plaza Hargain (la hermosa, super arbolada y super tranquila plaza que está justo frente a la posada), y no mucho más.. a esperar a que pasaran a buscarme por la posada. Sobre las 15.45 pasó el minibus de CUT a levantarme.. supuse que me llevaría a la terminal para tomar el ómnibus que salía a las 16.00, pero resulta que no: me llevó a los talleres de CUT a solo una cuadra de la posada y ahí me subí al ómnibus. Minutos después estábamos en la terminal, y a las 16.00 en punto partimos rumbo a Montevideo.. Así como hice todo el viaje de Montevideo a Fray Bentos con el sol de mi lado, hice todo el viaje de Fray Bentos a Montevideo, con el sol también de mi lado.. de a ratos cerrando la cortina y aburriéndome, de a ratos abriendo la cortina y asándome..


El regreso

Al llegar a mi casa, todavía me quedaban 5 días de licencia, y los pensaba, pienso, disfrutar.. ahora, tendré que determinar cuál será mi próximo destino.. será el turno de Bella Unión? O tal vez Salto, o Paysandú? O Colonia y Carmelo? Ya veré.. por esta vez, aunque estuve solo, disfruté mucho.. no llego a la categoría de caminante, pero espero algún día serlo, y que sea el viento el que determine mi destino..